sábado, 7 de mayo de 2016

Sobre Fe, ciencia y dinámicas (diálogo entre un maestro de la Advaita y un científico)



Maestro: hasta aquí lo único que hemos conversado es que la Fe tiene el carácter de una Fuerza, y si por acaso aceptamos esto, entonces   su carácter dinámico podría ser esclarecido.

Devoto: esto pude tener coincidencias con aspectos científicos, pues una fuerza siempre trae una consecuencia, cuando es aplicada a algo, por ejemplo a una masa, hablando aquí sobre la física básica. 

Maestro: ¿y qué podría decirnos la ciencia sobre las consecuencias de una fuerza que se aplica a algo?

Devoto: la segunda ley de Newton dice que cuando aplicamos una fuerza sobre una masa, esta última se desplaza, con una aceleración equivalente a la división de la fuerza sobre el valor de la masa. Esa es la dinámica, pues aparece una aceleración. Hago la aclaración de que las definiciones de fuerza, energía y potencia sólo fueron acuñadas definitivamente durante el siglo 19. Antes de eso eran palabras tomadas normalmente como sinónimas.

Maestro: muy bien. Sobre cómo evolucionaron esas definiciones en la ciencia no nos interesa aquí; pues la palabra “fuerza” tiene un aspecto intuitivo que cualquier persona puede entender, mismo siendo analfabeta: la fuerza hace que algo se mueva, aceleradamente, sobre ciertas condiciones, ¿cierto?

Devoto: cierto.

Maestro: y siempre tenemos algo que se mueve, se desplaza, cuando una fuerza actúa. En el caso de la Fe esto tendría que ser aclarado para nosotros.

Devoto: si no es el sujeto que se desplaza, cuando él mismo actúa con Fe, ¿que sería entonces?

Maestro: antes de hablar sobre este punto tendríamos que definir los puntos de inicio y final de ese desplazamiento, tal como acontece cuando aplicamos una fuerza a una piedra: hacemos que la misma se mueva de un punto para otro, ¿cierto?

Devoto: de acuerdo.

Maestro: para no dar más vueltas sobre el asunto diremos que el punto inicial del movimiento es el territorio del miedo, y la dirección del movimiento es hacia el Territorio del Amor.

Devoto: y existiría una ley parecida con la de Newton que nos explique la dinámica de este fenómeno.

Maestro: cuando el devoto actúa en un bajo nivel de conciencia es dominado básicamente por sus instintos y emociones. Y todo movimiento del sujeto ocurre en el territorio del miedo.

Devoto: esa es una definición casi de geografía: “el territorio del miedo”.

Maestro: eso no importa mucho. Lo importante es que usted verifique sobre cómo sus miedos lo paralizan y también guían sus movimientos. Usted tiene miedo de perder su autoimagen; de perder el respeto de sus familiares, de sus amigos; de perder su prestigio profesional, alcanzado durante años de duro trabajo. Tiene miedo de perder su fortuna, de perder su control financiero, de perder su juventud, su belleza. Tiene miedo a la pérdida de seres queridos: sus padres, hermanos, esposa, hijos. Tiene miedo de perder su patrimonio. Tiene miedo de perder la razón. Y finalmente, usted tiene miedo de perder la vida, eso que llamamos de miedo a la muerte.

Devoto: algunos psicólogos hacen referencia a la trilogía miedo, rabia y culpa. El miedo produce agresividad y, después de actuar, viene el sentimiento de culpa. ¿Eso en qué se encajaría en ese territorio del miedo?

Maestro: verifique en usted mismo que sin el miedo usted no sentiría rabia y mucho menos culpa. 

Devoto: ¿y cómo sería la dinámica de que estamos hablando?

Maestro: hemos establecido que el punto inicial del movimiento sería el territorio del miedo y que el punto final del movimiento sería el Territorio del Amor. En este caso, su dinámica puede ser fácilmente descubierta por la auto-investigación.

Devoto: pero debe haber algo que coincida con lo que hemos conversado en otros diálogos sobre la Fe.

Maestro: entonces tendremos que discernir sobre qué es lo que se desplaza, dentro de esta dinámica, ¿cierto? En la física básica nosotros aplicamos una fuerza y hacemos mover una piedra. 

Y aquí hay un diferencial enorme, pues en el caso de la Fe lo que se desplaza, o se expande, es la Conciencia del sujeto, 

Devoto: por favor nos explica.

Maestro: Cuando el sujeto decide por él mismo abandonar el territorio del miedo, por estar cansado de sufrir, aparece esa Fuerza a la que hemos denominado de Fe. De dónde ella proviene no nos interesa ahora. Ella sólo puede ser sentida y no es mental. Por eso no puede ser explicada en su naturaleza.

Devoto: pero debe haber alguna explicación que pueda aclararnos un poco más sobre este asunto.

Maestro: digamos que cuando el sujeto está a punto de dar el salto necesita ver a su alrededor y verificar sobre lo que produce el sufrimiento. Hay excelentes discernimientos sobre este asunto dentro del Budismo. Digamos que a partir de este punto viene el primer aspecto de la dinámica de la Fe: un salto al vacío, producido por la certeza de que no vale la pena seguir sufriendo, viviendo rodeado de miedos. Por lo tanto, la Fe aparece, en ese momento, como un aspecto de la Sabiduría.

Devoto: ¿mas este sería sólo un aspecto de su dinámica?

Maestro: el segundo aspecto de la dinámica de la Fe aparece como un impulso del corazón, ese vestigio del mundo amoroso, que existe en todo sujeto, y que está listo para expandirse. Ese aspecto de esta dinámica normalmente es llamado de Coraje. En ese momento Fe y Corage pueden ser vistas como sinónimas.

Devoto: y todo eso definiría la dinámica de la Fe, ¿cierto?

Maestro: hasta aquí hemos hablado de los aspectos de Sabiduría, con respecto a las causas del sufrimiento, y de Coraje. Sin embargo hay un tercer aspecto que usted  puede experimentar dentro de sí mismo. Cuando el movimiento es iniciado por la sabiduría, y dinamizado por el coraje, usted necesita saber llegar a su destino.

Devoto: ¿y esto que representa al final de cuentas?

Maestro: para llegar totalmente al Territorio del Amor la Fe aparece con su tercer aspecto: la Entrega. No es posible abrazar su destino si el devoto no puede dejar en su portal todo lo que le queda de sus apegos, de su historia, de sus ilusiones pasadas, para que su Conciencia vibre más alto. Y entonces  tendrá que entrar sólo, con su mente calma, con su corazón puro y con su veste blanca.