viernes, 7 de enero de 2011

Sobre fidelidad, actitud y Fe (segunda parte)

Devoto: en algún otro momento usted había sugerido que la Fe abarcaría finalmente una tercera actitud y que además deberíamos tomar como ejemplo lo que ocurre con nuestros relacionamientos cotidianos. En el aspecto de fidelidad, con el que comenzamos esta conversación, encontramos muchas referencias en los relacionamientos humanos, por ejemplo en las relaciones de pareja o en entre padres e hijos.

Maestro: cuando usted se apasiona por un hombre o por una mujer moviliza una gran cantidad de energía en una dirección. En estas circunstancias hasta algunas cosas que pasan le parecen lejanas y pierden parte de su importancia. Esto es una actitud suya frente a un estímulo que ha aparecido en su frente. Y esto puede ocurrir en diferentes situaciones y momentos de nuestras vidas. Esta movilización de energía nos hace sentir vivos y nos da estímulos para seguir de alguna manera nuestro camino. Un problema que encontramos en esta situación es que las personas (o cosas) que encontramos en nuestro camino – y por las que nos apasionamos – tienen un carácter de transitoriedad que no podemos eludir, por más que hagamos esfuerzos mentales en este respecto, y esto termina por crearnos inseguridad.

Devoto: ¿y como podemos superar la inseguridad?

Maestro: la inseguridad funciona como un buen enemigo, no lo deja tranquilo en ningún momento, lo persigue en todo lugar, sin importar a donde usted decida ir. Pero en verdad ese supuesto enemigo le está diciendo que hay algo que usted tiene tiene que resolver, y la solución será crucial para sentirse feliz, para sentirse en paz. Por esto las antiguas escrituras siempre nos insinúan que debemos comprender nuestros enemigos (tanto internos como externos) y esta comprensión implica en una reconciliación. Si usted no se encamina en esta dirección sentirá otros aspectos colaterales: miedo, rabia, envidia, tristeza, etc.

Devoto: ¿y cual es el proceso adecuado para una reconciliación con nuestros enemigos?

Maestro: esta reconciliación implica en un dialogo honesto con nuestra inseguridad; en ser siempre honestos con nosotros mismos.

Devoto: ¿y que tiene que ver todo esto con el tema de la Fe?

Maestro: la Fuerza tiene un sentido. Ella es actuante y está apuntando siempre una dirección: hacia usted. Ella lo ha venido buscando desde tiempos inmemoriales; en este momento lo está abrazando y usted no lo percibe. Ese aspecto de Fidelidad Divina es descrito claramente en las antiguas escrituras.

Devoto: yo no percibo esa fidelidad...

Maestro: la no percepción continua de la Fuerza ocurre porque el sujeto está distraído por la turbulencia mental. Sólo en algunos momentos el sujeto tiene destellos sobre su existencia. Por eso las escrituras recomiendan desplazar por lo menos parte de la energía que gastamos en nuestros relacionamientos con personas y cosas externas para relacionarnos con la Fuerza. Esto es la esencia de los grandes mandamientos expresados en las sagradas escrituras.

Devoto: esto parece bastante complicado en la práctica...

Maestro: un poco de atención diaria garantiza una avance en la concientización de la Fuerza, pues Ella siempre nos está buscando. Podríamos decir, casi literalmente, que Ella nos está tocando.

Devoto: ¿y por que tenemos tanta dificultad para percibir esto?

Maestro: estamos distraídos y gastamos mucha energía en reforzar nuestra falsa identidad con el cuerpo y con la mente. Esta falsa identidad es denominada en varios sistemas espiritualistas como “ego”.

Devoto: es incomprensible que algo que esté tan cerca de nosotros no pueda ser percibido.

Maestro: no vale la pena hacer indagaciones sobre el porqué esto ocurre. Si conseguir poco a poco calmar la mente con la práctica diaria y disciplinada de la Meditación y de la Devoción todo ocurrirá naturalmente. La Fuerza nunca lo ha abandonado y nunca lo abandonará. Ella está simplemente esperando que usted le abra la puerta. Ella no derrumbará una puerta que esté cerrada. Esto es parte del aspecto amoroso que la impregna: el profundo respeto tiene por usted.

Devoto: esto implicaría en que hay una separación real entre la Fuerza y el sujeto.

Maestro: abrir o cerrar la puerta es una decisión suya, de cada sujeto, en esto puede ser comprendido un profundo aspecto de la libertad del ser humano.

Devoto: ¿como puedo sentir el toque constante de la Fuerza?

Maestro: cuando usted silencia su mente y se entrega a Ella estará ejerciendo la Meditación y la Devoción. Usted se abre a la Fuerza y es impregnado por Ella, tomando simultáneamente conciencia de este acontecimiento. Vea los riachos limpios desembocando en el mar, la estructura íntima del agua del riacho y del mar son iguales, pueden variar algunos componentes minerales del agua, pero la estructura interna es la misma. El acontecimiento al que nos referimos es un encuentro de dos cosas que tienen la misma esencia.

Devoto: aún no queda claro ese aspecto del toque…

Maestro: cuando decimos que la Fuerza lo está tocando constantemente, no hacemos sólo referencia a un toque en su espalda, en su rostro, o algo por el estilo. El sentido es más profundo y poético. La Fuerza lo está tocando como haría un gran músico con su fino instrumento musical. Ella se está queriendo expresar a través de usted, emitir una suave vibración, un suave canto, que da a cada uno su propia identidad.

Devoto: ¿esto quiere decir que cada uno de nosotros representa un canto único de la Fuerza manifestadora?

Maestro: exactamente, y esto se aproxima mucho más de la Realidad, si comparamos con aquel ejemplo del riacho desembocando en el Océano infinito e inmortal. Cuando la Fuerza y la actitud del Devoto se sincronizan ocurre algo maravilloso, que resuelve todos los problemas. Sin embargo, con este acontecimiento no se pierde nuestra identidad: la Fuerza se manifiesta a través de cada criatura de manera única y singular. De cierta manera es válido decir que somos hijos unigénitos de Dios.

Devoto: ¿podría hacernos un último comentario sobre este tema que hemos tocado aquí?

Maestro: todos los grandes maestros se despiden de sus devotos de manera similar: “Que Dios lo bendiga…”. Pero recuerde que Dios lo busca, lo bendice constantemente, y lo viene haciendo así desde el comienzo de la eternidad. Tener siempre claro este aspecto es la tercera actitud de la Fe. Esto lo ayudará a tener perseverancia, paciencia y alegría en su camino.