Devoto:
un tema que se toca repetidamente en la espiritualidad es el perdón. Alguna vez
escuchamos algo sobre este tema en nuestros encuentros. De lo que me recuerdo había un elemento novedoso sobre
el tema, menos ligado al tema ético y moral, y más relacionado con la biología.
Maestro: usted habla así porque introducimos el
término de “adaptabilidad” cuando comentamos sobre el tema del “perdón”.
Devoto:
efectivamente, ese abordaje del perdón me pareció nuevo. Si miramos en la biología,
específicamente en la teoría de la evolución de Darwin, el tema de la
adaptabilidad es esencial. La selección natural y la mutación son los dos mecanismos
esenciales de esa teoría científica, en donde la adaptabilidad a nuevas circunstancias
garantiza la supervivencia de las especies, de sus novedades evolutivas. Y
algunas teorías ven allí la mejor definición del término “inteligencia”: “la
capacidad de adaptación de un sujeto ante los diferentes desafíos”
Maestro:
en nuestro abordaje siempre hemos usado el término “discontinuidad” como algo a
ser elaborado por el devoto. La discontinuidad entre lo objetivo y lo subjetivo,
que debe ser superada por la experiencia de la no-dualidad. Y esa experiencia de
la no-dualidad trasciende la experiencia mental. Por eso recomendamos la práctica
diaria, y la vivencia, del silencio interior.
Devoto:
¿pero qué tiene que ver la discontinuidad
con la práctica del perdón?
Maestro:
la discontinuidad es vivenciada por el ser humano como separación. Existe una
creencia de que todo está separado. Y si todo está separado es porque alguna
vez hubo una ruptura. Esa ruptura es creada por la mente, ya en los primeros
años de vida del sujeto.
Devoto:
no entiendo a donde quiere llegar…
Maestro:
la ruptura es esencial para la formación de la personalidad, de una identidad, que
no deja de ser una creencia adoptada por la mente.
Devoto:
y la propia identidad es un tejido de retazos, como nos dicen algunas teorías
sicológicas…
Maestro:
esa es la esencia de la personalidad, y de la sensación de identidad que crea:
la fragmentación.
Devoto:
¿y si la personalidad es fragmentada,
ella ve el universo fragmentado?
Maestro:
exactamente.
Devoto:
¿y como se puede resolver eso?
Maestro:
si la personalidad es una creencia, en la forma de una costura de retazos, la
solución no puede estar en ella. Recuerde que toda creencia es mental. Y allí,
en la mente, existe separación, discontinuidad.
Devoto:
¿podemos volver al tema del “perdón”?
Maestro:
para ver más claro la esencia del perdón, de los mecanismos que desencadena en
el devoto, debemos entender que el problema del resentimiento, del odio, del
rencor de la antipatía, de la inquina, etc., tiene raíces más sutiles.
Devoto:
me imagino que se refiere a esa sensación de separabilidad que vive el sujeto,
como personalidad.
Maestro:
sí; podemos verificar que el bebé da su primer lloro justo en su primera vivencia
de separabilidad. Es el inicio de la creación de esa costura, que se tornará después
en su creencia de que es un cuerpo, una mente, separada del universo.
Devoto:
mas las escrituras recomiendan la práctica del perdón en situaciones concretas:
cuando somos heridos, cuando enfrentamos un enemigo, por ejemplo.
Maestro:
su enemigo real es esa creencia de separabilidad. Digamos que el resto viene
por añadidura.
Devoto:
y volviendo al tema de la adaptabilidad…
Maestro:
la adaptabilidad puede ser colocada en el
contexto de “continuidad”, en donde una posible ruptura, una discontinuidad es superada,
trascendida.
Devoto:
en este caso, una evolución de una especie representaría una continuidad, una
solución a un peligro de extinción, ante cambios de la naturaleza (que serían
sus enemigos casi explícitos). La especie se salva de la extinción, "continúa" existiendo, por un
mecanismo de adaptabilidad.
Maestro:
puede ser visto de esa manera; en ese caso, la discontinuidad representaría la extinción. Por outro lado, en un contexto personal, su enemigo puede ser real, físico, una nueva circunstancia,
o un desafío. Mas también puede ser
sutil, puede estar dentro de usted mismo, y ser aún más letal. Y ese enemigo
representa un peligro para la personalidad, pues puede traer más una ruptura,
física o sutil, que pone en peligro la propia estructura del sujeto.
Devoto:
¿y cómo podemos reconocer un enemigo
interno?
Maestro:
usted siente rabia, odio, miedo y culpa por su sensación de separabilidad. Si usted
elaborara su sensación de discontinuidad llegaría, rápidamente, a una experiencia de unicidad.
Devoto:
¿y como venzo ese problema?
Maestro:
usted no necesita vencer nada. Todas las escrituras recomiendan la
reconciliación con los enemigos externos e internos. Y esa reconciliación está
en el contexto de elaborar la sensación de separabilidad con ellos. Este
proceso es lo que llamamos de perdón. Y sus enemigos pueden resurgir de todas
partes, en todos los momentos, y usted debe de nuevo perdonarlos. Y a esa
capacidad del devoto la hemos llamado aquí de Adaptabilidad Espiritual.
Devoto:
tal vez a eso se refieran algunas escrituras; por ejemplo: que debemos perdonar
hasta “sesenta veces siete”; un número que los especialistas nos dicen que
representa “infinitas veces”. ¿Esto sería la práctica de una especie de inteligencia espiritual?
Maestro: Sí, mas tenga cuidado con juzgar a lo que usted llama de "enemigo", pues él puede ser una guía para su búsqueda interior, para colocar a luz las estructuras del ego. Mire el caso contrario: el de sus amigos. Usted se devota para ellos, los cuida, los protege. Mas también tiene miedo de perderlos, teme decepcionarlos, necesita de la aprobación de ellos. Eso es también una forma de esclavitud. Y toda forma de esclavitud separa. Por eso la elaboración de la "discontinuidad" o la práctica del perdón, de que hablamos aquí, está más allá de lo mental. Sólo puede ser compreendida por la práctica y vivencia del silencio interior. Allí dejan de existir amigos y enemigos. Pues todo es Paz. Todo es Transparente. Todo es Honesto. Todo permanece Íntegro.
Maestro: Sí, mas tenga cuidado con juzgar a lo que usted llama de "enemigo", pues él puede ser una guía para su búsqueda interior, para colocar a luz las estructuras del ego. Mire el caso contrario: el de sus amigos. Usted se devota para ellos, los cuida, los protege. Mas también tiene miedo de perderlos, teme decepcionarlos, necesita de la aprobación de ellos. Eso es también una forma de esclavitud. Y toda forma de esclavitud separa. Por eso la elaboración de la "discontinuidad" o la práctica del perdón, de que hablamos aquí, está más allá de lo mental. Sólo puede ser compreendida por la práctica y vivencia del silencio interior. Allí dejan de existir amigos y enemigos. Pues todo es Paz. Todo es Transparente. Todo es Honesto. Todo permanece Íntegro.
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