domingo, 27 de noviembre de 2016

Ciencia, Espiritualidad y Amor (diálogo de un científico con un maestro de la Advaita)



Devoto: existe aquella cuestión sobre la imposibilidad de vivir en el presente, muy conocida en las tradiciones orientales. Se trata del hecho de que las imágenes que vemos son siempre del pasado, pues lo que observamos es la luz reflejada en los objetos. Y esta luz tarda un cierto tiempo para llegar a nuestra retina y excitar la misma, para después la información ser encaminada para nuestro cerebro. De esta manera lo que vemos, lo que observamos, en cualquier momento, es siempre algo del pasado.

Maestro: esto es muy natural; pues nuestros sentidos son muy limitados, y por lo tanto no somos tan buenos observadores de aquello que llamamos de “realidad”. En este sentido la ciencia tal vez sea una invención humana, para intentar superar esta circunstancia. 

Devoto: Y las teorías de la neurociencia dicen que la realidad es una ficción creada por el cerebro. Por otro lado el observador es fundamental en las teorías físicas modernas, tanto en la teoría de la relatividad como en la física cuántica. 

Maestro: esto nos trae de nuevo el problema de la observación de la realidad. Pero en este sentido tendríamos que definir en qué dirección está ese algo que llamamos de “realidad”. Lo que ciertamente está sucediendo es la existencia de una separación entre realidad y sujeto. Entre la realidad externa y el observador. Esto ya es una señal de dualidad. 

Devoto: ¿cómo así? 

Maestro: usted mismo ha dicho que la realidad objetiva es imposible de ser capturada en el presente. Entonces podemos intentar verificar si existe otra posibilidad, de observar otro tipo de realidad.

Devoto: ¿y cómo podría ser discutido esto?

Maestro: Si esa realidad externa es complicada, por ser en el fondo intangible, ¿por qué no verificar la posibilidad de explorar una realidad interior?

Devoto: ¿y esto cómo podría ser encaminado?

Maestro: coloque de nuevo el observador a trabajar. Y verifique si los mismos problemas observados con la realidad externa acontecen en este caso.

Devoto: ¿yo podría cerrar los ojos y verificar lo que siento, en cierto instante?

Maestro: sí, sería en esa dirección. Verifique si al intentar sentir esa realidad interna existe esa separación entre objeto y sujeto. 

Devoto: Si mis sentidos están desactivados, o relajados, la realidad que siento no proviene de ellos, sin duda. Algo observo, que no puedo separar de mí mismo.

Maestro: exacto, ¿y por qué no profundizar en esta dirección?

Devoto: mi mente se agita y los pensamientos comienzan a rodar en mi cabeza.

Maestro: muy bien. Este problema, causado por la mente agitada, hace que nosotros seamos también pésimos observadores de nosotros mismos. Verificamos que existe una realidad interior, en donde la dimensión temporal no es verificable, en donde no podemos separar el observador de aquello que puede ser observado. Sin embargo, nuestra mente agitada hace que seamos pésimos observadores de esta realidad.

Devoto: ¿en esa realidad yo podría trazar teorías, estudiar sus aspectos, o algo así?

Maestro: En realidad no, pues al intentar hacer esto su mente se agitaría aún más. Sólo una actitud de mente silenciosa permitiría hacer una investigación profunda sobre esa realidad interior. Pero con una mente silenciosa no es posible esbozar una teoría.

Devoto: ¿si llamamos a esa realidad interior de espiritualidad, implicaría que es imposible hacer una ciencia de la espiritualidad?

Maestro: La investigación de esa realidad interna sólo puede ser realizada en el silencio. Y lo que experimentamos difícilmente puede ser transmitido en palabras, puesto que con palabras el silencio desaparece.

Devoto: esto me incomoda pues a mí me gustaría siempre transmitir lo que estudio, lo que aprendo.

Maestro: las personas espiritualizadas transmiten lo que realmente saben mediante su expresión amorosa. Y este tipo de comunicación suele ser silenciosa también.

Devoto: me parece que esto sería insuficiente como comunicación.

Maestro: los santos hacen llegar su presencia mediante su actitud amorosa. En este sentido sus devotos sienten su fuerza espiritual, lo que se traduce en una sensación de paz. 

Devoto: ¿y cómo puede mejorar mi proceso de auto investigación?

Maestro: la actitud silenciosa, en el fondo es natural, pues ocurre siempre que usted experimenta o se conecta con ciertas cosas. La contemplación de una obra de arte, o de algún objeto de la naturaleza puede detener la mente por algunos segundos. En ese silencio usted se siente bien, experimenta una felicidad instantánea. A ese estado silencioso lo hemos llamado aquí de Meditación. 

Devoto: ¿y cómo puedo mantenerme en ese estado?

Maestro: usted necesita de ayuda, conectarse con alguien que sea competente, que lo oriente, que lo lleve para usted mismo, para esa realidad que usted ya es -que usted mismo ya siente sobre ciertas circunstancias. 

Devoto: pero me gustaría tener una orientación ahora.

Maestro: pregúntese a usted mismo qué lo hace salir de ese estado silencioso, de esa sensación de bienestar, de equilibrio. Tal vez usted se salga de ese estado por sus miedos, por sus preocupaciones, tal vez por sus apegos. Pero tome coraje y permítase permanecer un poco más en ese estado. Ese coraje está fundamentado en el hecho de que usted tiene pleno derecho a permanecer en ese estado, independientemente de las circunstacias a las que usted esté vinculado. Tome conciencia de que permanecer en ese estado es lo mejor que usted puede hacer por usted mismo, por sus semejantes, por su planeta, sobre cualquier circunstancia.  Esa actitud también es denominada de Fe. 

Devoto: las tradiciones espirituales vinculan el progreso espiritual al desarrollo de ciertos centros en el cuerpo, que comúnmente son llamados de chacras, de templos, o otros términos específicos. Dicen que ellos se activan de abajo para arriba durante el proceso de tomada de conciencia.

Maestro: esas informaciones aparecen en los textos espirituales, pues nuestros cuerpos son medios fundamentales para nuestro despertar espiritual. Pero en ese sentido esos centros son medios, no el fin de la espiritualidad.

Devoto: ¿y cuál sería el fin de eso que llamamos de espiritualidad?

Maestro: hemos dicho aquí que los resultados de la auto investigación no pueden ser transmitidos para otras personas con palabras, pues su objeto trasciende la mente. Sin embargo, el sentir de ese proceso puede ser transmitido mediante la expresión amorosa, que surge espontáneamente cuando el sujeto se sumerge, poco a poco, en su silencio interior. 

Devoto: pero yo estoy preguntando ahora sobre el fin de la espiritualidad.

Maestro: todas las tradiciones dicen que la tomada de conciencia asciende naturalmente por la actitud meditativa, desde los centros más densos hasta los más sutiles, de abajo para arriba. Pelo al final ese despertar espiritual se mueve y descansa, firmemente, en el corazón, en la expresión amorosa. Al fin de cuentas, lo espiritual comienza y termina en esa expresión amorosa. Ese es su verdadero percurso.

Devoto: Pero eso ya hace parte de la tradición cristiana, de un sujeto conocido como Jesús de Nazaret.

Maestro: Ciertamente, ninguna tradición espiritual profunda puede negar ese hecho, y ningún maestro, o amigo espiritual competente, puede negar la realidad de un Avatar Supremo.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Santa Teresa de Ávila

Me pidieron un texto espiritual para estas épocas. Elegí este, de santa Teresa de Ávila (devota de Jesús), y repasado por mi gran amigo Andrés Martinez, en mi visita a York. Bien cercano a la Advaita de Ramana Maharishi, a Maha Krishna Swami, a Yogananda, a Buda, a Francisco de Asís, a Gerardo Schmedling; lo que demuestra que las enseñanzas espirtuales son únicas, por más que los curas de todas las religiones lo intenten negar:


Dios no tiene cuerpo en la tierra sino el tuyo.
No tiene manos sino las tuyas.
No tiene pies sino los tuyos.
Tuyos son los ojos con los que la compasión de Dios mira al mundo.
Tuyos son los pies con los que Él camina para ir haciendo el bien.
Tuyas son las manos con las que ahora tiene para bendecirnos.